Nos despedimos con el único idioma que manejábamos a la perfección.
Nos entrelazamos, es un río de recuerdos.
Y si, lloramos un poco.
Pero nada nos hacía perder el equilibrio.
Mis tacos.
Sus zapatos.
Bien firmes sobre el asfalto frío. Sobre la Corrientes escandalosa.
Nos despedimos, y cada uno se perdió entre la gente.
No nos hablamos nunca más, eso lo que tiene de interesante.
Pudimos aceptar el camino.
Y desprendernos.
Marco Spaggiari
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